Como profesionista del la salud, me cuestiono todos los días, me cuestiono acerca de los pacientes que recibo, me cuestiono de la estrategia que debo utilizar, me cuestiono de qué manera puedo acercar al ser humano que tengo frente a mí a lo que consideramos “ la normalidad”.
Al realizar un trabajo de la maestría que curso, me encontré con Oliver Sacks, quizá todos lo conocemos a través de la película Despertares. Tanto en esa película, como en sus relatos, refleja, en mi opinión, la parte humana del médico, que es capaz de ver al paciente en su integridad y dignidad de persona. El caso Rebeca, me movió a cuestionarme nuevamente: ¿Qué buscamos al rehabilitar? La discapacidad nos habla y refleja sólo el defecto, o a través de ella encontramos una faceta más de la diversidad del ser humano. A continuación presento el resumen del caso y lo dejo para reflexión de todos aquellos que estamos inmersos en el mundo de la rehabilitación.Rebeca
Oliver Sacks presenta a Rebeca como una paciente joven de diecinueve años de edad, llegada a su clínica para ser valorada y atendida. Rebeca padecía una fisura palatina parcial, y una serie de características físicas secundarias a una condición congénita responsable, además, de los déficits mentales y cerebrales que presentaba.
Rebeca había creado un gran vínculo afectivo con su abuela, quien la describía, en muchos sentidos, como a una niña incapaz de realizar funciones básicas de la vida cotidiana de manera independiente. Al mismo tiempo la misma abuela resaltaba el gusto de Rebeca por los relatos, los cuentos y la poesía.
La primera vez que el Dr. Sacks la vio pudo identificar inmediatamente en ella una serie de trastornos neurológicos: apraxias, agnosias, trastornos sensoriomotores limitaciones conceptuales, y edad intelectual de ocho años.
Volvió a verla en una segunda ocasión tras la visita a la clínica, esta vez sentada en la banca de un parque. Descubrió en ella una faceta que los estudios neuropsicológicos habituales no le habían mostrado.
Se admiró al descubrir un ser integrado, en paz, capaz de hablar el lenguaje del sentimiento, de seguir las metáforas y los símbolos, ella amaba las imágenes. La reconoció como a una especie de poeta natural. Una “retrasada” con una capacidad poética inesperada y conmovedora. Pudo percibir como Rebeca, superficialmente, se sentía lisiada, pero espiritualmente era un ser pleno y completo.
Sacks reflexionó acerca de las pruebas neuropsicológicas y de cómo estas arrojaban una serie de defectos e incapacidades, pero eran incapaces de mostrar las potencialidades y aciertos del mismo ser humano en otras áreas de su vida. Cita al libro del Eclesiastés en su hermosa poesía relacionada al tiempo, y a través de esta comparación logra captar las dos visiones de una misma Rebeca.Rebeca era completa como ser “narrativo”, para Sacks eso era lo importante, incluso afirma que gracias a esta revelación pudo siempre ver de esta manera al resto de sus pacientes .
Al realizar un trabajo de la maestría que curso, me encontré con Oliver Sacks, quizá todos lo conocemos a través de la película Despertares. Tanto en esa película, como en sus relatos, refleja, en mi opinión, la parte humana del médico, que es capaz de ver al paciente en su integridad y dignidad de persona. El caso Rebeca, me movió a cuestionarme nuevamente: ¿Qué buscamos al rehabilitar? La discapacidad nos habla y refleja sólo el defecto, o a través de ella encontramos una faceta más de la diversidad del ser humano. A continuación presento el resumen del caso y lo dejo para reflexión de todos aquellos que estamos inmersos en el mundo de la rehabilitación.Rebeca
Oliver Sacks presenta a Rebeca como una paciente joven de diecinueve años de edad, llegada a su clínica para ser valorada y atendida. Rebeca padecía una fisura palatina parcial, y una serie de características físicas secundarias a una condición congénita responsable, además, de los déficits mentales y cerebrales que presentaba.
Rebeca había creado un gran vínculo afectivo con su abuela, quien la describía, en muchos sentidos, como a una niña incapaz de realizar funciones básicas de la vida cotidiana de manera independiente. Al mismo tiempo la misma abuela resaltaba el gusto de Rebeca por los relatos, los cuentos y la poesía.
La primera vez que el Dr. Sacks la vio pudo identificar inmediatamente en ella una serie de trastornos neurológicos: apraxias, agnosias, trastornos sensoriomotores limitaciones conceptuales, y edad intelectual de ocho años.
Volvió a verla en una segunda ocasión tras la visita a la clínica, esta vez sentada en la banca de un parque. Descubrió en ella una faceta que los estudios neuropsicológicos habituales no le habían mostrado.
Se admiró al descubrir un ser integrado, en paz, capaz de hablar el lenguaje del sentimiento, de seguir las metáforas y los símbolos, ella amaba las imágenes. La reconoció como a una especie de poeta natural. Una “retrasada” con una capacidad poética inesperada y conmovedora. Pudo percibir como Rebeca, superficialmente, se sentía lisiada, pero espiritualmente era un ser pleno y completo.
Sacks reflexionó acerca de las pruebas neuropsicológicas y de cómo estas arrojaban una serie de defectos e incapacidades, pero eran incapaces de mostrar las potencialidades y aciertos del mismo ser humano en otras áreas de su vida. Cita al libro del Eclesiastés en su hermosa poesía relacionada al tiempo, y a través de esta comparación logra captar las dos visiones de una misma Rebeca.Rebeca era completa como ser “narrativo”, para Sacks eso era lo importante, incluso afirma que gracias a esta revelación pudo siempre ver de esta manera al resto de sus pacientes .
Lo revelador del caso de Rebeca fue descubrir como a pesar de los intentos fallidos por participar obligatoriamente en talleres y clases, enfocados a corregir sus defectos, Rebeca encontró en el teatro la posibilidad de explotar su potencial como ser narrativo, capacidad invisible a los ojos de expertos cuyo único interés se centraba en la defectología. Para ella el teatro representaba esa alfombra que alguna vez miró y sobre la cual reflexionó comparándose en esta a sí misma: “necesito, como la alfombra, un dibujo que me guíe”.
Bibliografía
Sacks, O. (2002) El hombre que confundió a su mujer con un sombrero Barcelona: Anagrama